Aventuras

Dos Hervors, un mismo nombre


Cuando el destino se repite en la sangre

En la literatura nórdica antigua, los nombres no son solo etiquetas. Son eco de los ancestros, presagio del porvenir, y a veces, sentencia.

En la Saga de Hervor y el Rey Heidrek el Sabio, encontramos algo raro y poderoso: dos mujeres llamadas Hervor. La primera es Hervor Angantyrdóttir, la hija de un berserker muerto, que despierta a su padre en un túmulo ardiente para reclamar la espada maldita Tyrfing. La segunda es Hervor Heidreksdóttir, nieta de la primera, que defiende una fortaleza contra una horda de hunos y cae en batalla con la espada en mano.

Ambas comparten nombre.
Ambas comparten coraje.
Ambas comparten un destino marcado por la guerra.

Pero lo más inquietante no es la coincidencia: es la intención. En la cultura nórdica, repetir un nombre no era casualidad. Era un acto deliberado: invocar al pasado, honrar al muerto, reclamar su fuerza… pero también, asumir su carga.

Cuando los padres de la segunda Hervor le pusieron ese nombre, sabían lo que significaba. Sabían que Hervor no era un nombre suave, ni doméstico. Era un nombre de fuego, acero y tumbas abiertas. Y aun así, lo eligieron.

¿Por qué?

Quizás porque creían que el destino podía vencerse.
Quizás porque pensaban que el nombre traería protección.
O quizás —como ocurre tantas veces en la vida real— simplemente querían honrar a una abuela extraordinaria… sin imaginar que su hija caminaría los mismos caminos sangrientos.


Nombres que pesan

Hoy, muchos de nosotros llevamos nombres de abuelos, tíos, bisabuelos. A veces es un homenaje silencioso. Otras, una esperanza: “Que sea fuerte como su abuelo”, “que tenga la sabiduría de su tía”.

Pero ¿alguna vez nos preguntamos qué sombras vienen con esos nombres? ¿Qué expectativas, qué heridas no sanadas, qué sueños truncados se esconden detrás de una simple palabra?

La saga no juzga a las Hervors. No dice que fue un error repetir el nombre. Simplemente muestra que el destino no se borra con el tiempo. Se transmite. Se transforma. Pero rara vez desaparece.

La primera Hervor desafía a los muertos.
La segunda defiende su tierra hasta la muerte.
Una es mítica, la otra histórica.
Pero ambas son mujeres que no se doblan.


En la lengua de los antiguos

En islandés antiguo —la lengua en que se escribieron las sagas— el nombre de la primera Hervor aparece como:

Hervör Angantýrsdóttir

Y en un verso de la Hervararkviða (el poema que forma parte de la saga), ella misma se presenta así ante el túmulo:

„Vaki þú, Angantýr, vekr þik Hervör, ein dóttir ykkr Sváfu ok þér!“

Que traducido dice:

“¡Despierta, Angantyr! Hervor te despierta, ¡única hija de ustedes, Svafa y tú!”

Esas palabras no son solo un grito. Son un acto de reclamación: de identidad, de herencia, de derecho a la espada… y al destino.


¿Estamos condenados a repetir lo que llevamos en la sangre?

No necesariamente.
Pero sí estamos invitados a reconocerlo.

La gran lección de las dos Hervors no es que el destino es ineludible, sino que el nombre es una semilla. Lo que crece de ella depende de la tierra, el clima… y la voluntad de quien lo lleva.

La primera Hervor elige ser guerrera cuando todos le dicen “pastora de cerdos”.
La segunda elige luchar cuando podría haber huido.
Ambas reclaman su nombre como arma, no como cadena.


Reflexión final

La próxima vez que escuches a alguien decir:

“Se llama como su abuela”,

pregúntate:
¿Qué historia viene con ese nombre?
¿Qué fuego duerme bajo esas sílabas?

Porque a veces, en un simple nombre, late toda una saga.


„Nafn ber skjöld,“ dicen los islandeses.
“El nombre lleva escudo.”
Pero también espada. Y a veces, una maldición… o una promesa.


Canto de Hervar  

Traducido por A. U. Bååth  

Albert Bonniers Förlag  

Estocolmo, 1925


Hervar:

¡Despierta, Angantyr!  

Hervar te llama,  

la única hija  

de ti y Tova.  

Dame del túmulo  

la gloriosa espada,  

que los enanos forjaron  

para Svaverlame.

¡Hervard y Rane,  

Hjorvard, Angantyr!  

Os llamo  

bajo las raíces del árbol,  

armada con casco  

y afilada espada,  

escudo y armadura  

y lanzas rojas.

Considero que a la oscuridad  

os habéis convertido,  

hijos guerreros  

del fuerte Arngrim —  

si ninguno de vosotros,  

hijos de Öfura,  

hablará conmigo  

en Munarvåg.

¡Hervard y Rane,  

Hjorvard, Angantyr!  

Que tal valentía  

tengáis todos,  

como si estuviérais  

en el montón de hormigas —  

si no dejáis la espada  

que forjó Dvalen.  

¡Las armas preciosas  

no son escondidas por los espectros!

Entonces respondió Angantyr:

¿Oigo que me llamas,  

Hervar, mi hija?  

¡Viajas violentamente  

hacia el peligro ahora!  

Estás enloquecida,  

sin juicio  

en un camino engañoso —  

¡despiertas a los muertos!

No me enterró mi padre,  

ni otros parientes.  

Luchan aquellos  

que quedaron  

tras la batalla —  

esos dos tomaron  

Tyrfing en sus manos.  

Sin embargo, su dueño  

fue uno al final.

Ella cantó:

¡Dime la verdad!  

Tan seguro como Odín  

te guarda en el túmulo,  

¡que no tienes contigo  

Tyrfing!  

Eres lenta,  

cuando tu heredera ruega  

una sola petición.

Entonces se abrieron los túmulos, y era como si todos estuvieran en llamas. Y Angantyr cantó:

¡Se ha abierto la puerta de Hel!  

Los túmulos se abren.  

Alrededor de las orillas  

resplandecen llamas.  

¡Horrible es todo ver afuera!  

¡Puedes — apresúrate a los barcos, doncella!

Ella dijo:

¡No queméis  

la hoguera de noche,  

para que no tema  

por vuestros fuegos!  

El corazón de la joven  

no tiembla,  

aunque el espectro  

esté en la puerta.

Entonces cantó Angantyr:

Te digo, Hervar,  

lo que sucederá,  

escucha las palabras,  

hija del jefe.  

El Tyrfing, si me crees,  

mujer, destruirá  

a toda tu estirpe.

Tendrás un hijo,  

que luego debe  

llevar Tyrfing  

con fe en su fuerza.  

A él se le llamará  

Hedrek,  

el más poderoso bajo el cielo.

Ella cantó:

Entonces yo encantará  

a los muertos,  

para que todos  

descansen  

en los túmulos podridos  

entre los espectros móviles —  

si no me entregas del túmulo,  

Angantyr,  

la muerte de Hjalmar,  

que corta las armaduras.

Él dijo:

No pareces  

ser como los humanos,  

doncella, al vagar alrededor  

de los túmulos a medianoche;  

armada con espada,  

en casco y coraza,  

con lanza estás  

delante de la puerta del salón.

Ella cantó:

Pensé que bien  

a eso,  

antes de que fuera a buscar  

vuestros salones.  

Dame el casco de coraza  

del túmulo,  

no sirve ocultar  

el trabajo de los enanos.

Angantyr cantó:

Bajo mis hombros escondo  

la muerte de Hjalmar.  

Está rodeada  

de llamas.  

En la tierra no conozco  

ninguna doncella  

que se atreva a tomar en mano  

esa espada.

Ella dijo:

Bien la guardaría  

esa espada afilada,  

la tomaría en mano —  

¡si la tuviera!  

No temo  

el fuego, ni sus llamas:  

se apaga tan pronto  

como la miro.

Él cantó:

Eres ingenua,  

aunque valiente —  

¡te lanzas al fuego  

con los ojos abiertos!  

Antes de que te dé  

la brillante hoja,  

¡no puedo negar a las jóvenes!

Ella cantó:

Bien hiciste,  

descendiente de los vikingos,  

cuando me diste  

la hoja brillante.  

Más alto me alegra el regalo,  

señor,  

que si tuviera  

toda Noruega.

Él cantó:

¡Ay de tus palabras,  

mujer insensata!  

No sabes  

lo que te alegra:  

esa espada Tyrfing,  

si me crees,  

destruirá toda tu estirpe.

Ella dijo:

Iré  

a los barcos en movimiento;  

la doncella ahora está de buen ánimo.  

¡Heredero del príncipe!  

Me preocupa poco  

lo que suceda a mis hijos después.

Él cantó:

Tendrás la espada  

y la amarás por mucho tiempo —  

la muerte de Hjalmar.  

Guárdala solo en la vaina;  

no toques la hoja,  

expuesta al veneno;  

peor que el veneno,  

¡causa la muerte!

¡Adiós, hija!  

Te doy ahora  

la fuerza de doce hombres —  

si pudieras creerme —  

y fortaleza y valor  

y todo lo bueno  

que los hijos de Arngrim  

dejaron.

Ella cantó:

Me apremia irme —  

¡hay en el túmulo, todos  

felices en el sepulcro!  

Quiero partir pronto.  

Entre los mundos,  

me he visto,  

cuando los fuegos han rugido  

a mi alrededor.


https://sagaland.blogspot.com/2024/09/hervars-kvade-el-canto-de-hervor.html

https://heimskringla.no/wiki/Hervars_kv%C3%A4de

Hervor’s Diary – “Alu Alu Alu God”

Three winters we must endure, without letting the flame perish.
Three winters… and one already ends. Amidst this dark storm, our soul seeks to remain.
So easy it would be to let go, to slumber and merge with the snow… But where will our children go? In what refuge will they find their mother’s love and protection?
Grandmother Disa, will you allow our lineage to turn to ashes and burn without a choice?
Here we are: your son, your daughter, your grandsons and granddaughters, in the midst of Fimbulwinter. We sing to you: “Alu, Alu, Alu God.”
Fill your horn with the purest golden liquid, may it traverse the past, the present, and the future, and may our lineage find the bliss of continuing to inhabit this corner of Midgard —or another— but with the enthusiasm of being alive, with the power of creation we carry in your name, grandmother Disa.
We send you this message through the threads of Urd, Skuld, and Verdandi. Weave for us the coziest blanket, so that the gloom fills with radiance, sorrow with laughter, the table with prosperity, and nature begins to be reborn.
Hurry, grandmother Disa! Alu, Alu, Alu God. All eternal cold also meets its end. Skäll

Tres inviernos hemos de pasar, sin dejar que la llama perezca. 

Tres inviernos… y uno ya termina. En medio de esta tormenta oscura, nuestra alma busca permanecer.

 Tan fácil sería dejarse ir, dormitar y fundirse con la nieve… Pero ¿a dónde irán nuestros hijos? ¿En qué refugio hallarán el amor y la protección de su madre?

Abuela Disa, ¿permitirás que nuestro linaje se haga cenizas y arda sin opción? 

Aquí estamos: tu hijo, tu hija, tus nietos y nietas, en la mitad del Fimbulvetr. Te cantamos: “Alu, Alu, Alu God.”

 Llena tu cuerno del más puro líquido dorado, que atraviese el pasado, el presente y el futuro, y que nuestro linaje encuentre la beatitud de seguir poblando este rincón de Midgard —u otro—, pero con el entusiasmo de estar vivos, con el poder de la creación que portamos en tu nombre, abuela Disa.

Te enviamos este mensaje a través de los hilos de Urd, Skuld y Verdandi. Teje para nosotros la manta más acogedora, para que la penumbra se llene de fulgor, la pena de risas, la mesa de prosperidad, y la naturaleza comience a renacer.

¡Apresúrate, abuela Disa! Alu, Alu, Alu God. Todo frío eterno también encuentra su fin. Skäll!

Hervor’s Diary – “The Huldre’s Gift” By Gaby

“Sunsets would find the girl-Hervor transformed into a shadow among the trees. She did not stalk out of malice, but from a hunger to understand the patterns of travelers: their routes, their fears, the objects they deemed valuable.

What she did not know was that she herself was being watched. From within the vegetation, eyes older than human kingdoms observed her with curiosity. The Huldrefolk, usually elusive, found themselves intrigued by this human creature who seemed to understand the secret language of the forest.

‘Look,’ whispered one with a voice like dry leaves, ‘she hunts like us, but without magic.’

‘Only with cunning,’ replied another, her bark-like fingers caressing the trunk of the ash tree.

It was on the seventh sunset that Hervor found the dagger. It was not placed in the tree—it seemed to have grown from it, like a metallic fruit offered specifically for her.

Upon taking it, she felt more than saw the movement among the trees. She felt no fear. She knew, in some deep place within her twelve-year-old being, that it was a gift from those whom she had entertained without knowing it.

The symbol on the blade—a spiral that ended in an eye—glowed faintly at her touch. She needed no one to explain its meaning to her: it was a reminder. We see you. You are one of ours.”

El Diario de Hervor -El regalo del Huldrefolk

“Los atardeceres encontraban a Hervor-niña convertida en sombra entre los árboles. No acechaba por maldad, sino por hambre de entender los patrones de los viajeros: sus rutas, sus temores, los objetos que consideraban valiosos.

Lo que no sabía era que ella misma era acechada. Desde entre la vegetación, ojos más antiguos que los reinos humanos la observaban con curiosidad. Las Huldrefolk, usualmente esquivas, se sentían intrigadas por esta criatura humana que parecía entender el lenguaje secreto del bosque.

‘Mira,’ susurró una con voz de hojas secas, ‘caza como nosotras, pero sin magia.’

‘Solo con astucia,’ respondió otra, sus dedos de corteza acariciando el tronco del fresno.

Fue en el séptimo atardecer que Hervor encontró la daga. No estaba puesta en el árbol – parecía haber crecido de él, como un fruto metálico ofrecido específicamente para ella.

Al tomarla, sintió más que vio el movimiento entre los árboles. No tuvo miedo. Supo, en algún lugar profundo de su ser de doce años, que era un regalo de aquellas a quienes había entretenido sin saberlo.

El símbolo en la hoja – una espiral que terminaba en un ojo – brilló débilmente al tocarla. No necesitó que le explicaran su significado: era un recordatorio. Te vemos. Eres una de las nuestras.

Hervor’s Diary – Rúnúlfr –

 

 

“On the Island of the Dead, when the shadows rose hungrily and her father’s spirit thundered in the darkness, Hervor’s hand did not reach for Tyrfing.

Her fingers found the carved fang at her neck, and for an instant, she was not alone. She felt the warmth of white fur against her cheek, the familiar nuzzle of a snout in her hand.

‘Father,’ she said, and her voice held the echo of two souls, ‘I do not come to challenge your rest. I come to understand why honor hurts so much.’

The fang pulsed softly against her chest, reminding her that some protections need no edge—only memory.”

 

 

El Diario de Hervor -Rúnúlfr

“En la Isla de los Muertos, cuando las sombras se alzaron hambrientas y el espíritu de su padre tronó en la oscuridad, la mano de Hervor no fue hacia Tyrfing.

Sus dedos encontraron el colmillo tallado en su cuello, y por un instante no estuvo sola. Sintió el calor de un pelaje blanco contra su mejilla, el roce de un hocico familiar en su mano.

‘Padre,’ dijo, y su voz tenía el eco de dos almas, ‘no vengo a desafiar tu descanso. Vengo a entender por qué el honor duele tanto.’

El colmillo latía suavemente contra su pecho, recordándole que algunas protecciones no necesitan filo, solo memoria.”

GEIDA AND THE IRON FOREST

By Gabriela Fontana
The Tales of Midir

A long, long time ago, the king of Norway, Harald Bluetooth, had a cat he loved very much named Midir Furry Pants. They spent their time sitting side by side. The King had a small wooden chair, upholstered in red velvet, built for his beloved Midir, and the court would bow with reverence as they passed by. Both looked very elegant on their thrones.

And so I, Nuada, the great-great-great-grandson of Midir, inherited a pair of furry pants, a blue tooth, and many stories that always began like this, about those noble times of King Harald:

The Story of Geida and the Iron Forest

The harsh tongues of the ravens tell, who were told by the owls, who were told by the mice of the Iron Forest, that a long, long time ago, a witch named Geida lived there.

She was very ugly: with orange eyes, gray hair, hairy ears, wolf-like hands, long nails dirty like claws, and she laughed with a cackle that sounded like the screeching of a thousand burning embers.

On moonless nights, this infernal abomination would go out to steal children from the shire to turn them into wolves and call them her children. Lobuno was a pup; he would jump happily, play with his other brothers, he knew how to shake a paw and wag his tail when he was content, but she never smiled at him, because she found much greater happiness in burning the vast forest.

No one dared to enter the Iron Forest, not by day, nor by night, with or without a moon. Geida would go out to burn trees until they were black like iron. Her favorite pastime was to watch them burn, sizzle and crack; she enjoyed breathing the dense smoke from the green leaves, and she would sing songs and chants that attracted the darkest demons from the depths. Ululating sounds emanated from the roots, choruses of fires that burned and danced in circles around the trunks until they consumed them. Soon the forest resembled a field laid waste by ash and coal.

Amid the mist of ashes, in the distance, the Old Ash Tree sheltered the few inhabitants that remained, but the little ones did not dare to face such a living curse.

Remembering this part fills me, Nuada, with great fear. That’s why I’m going to sing a song against the fright:

“Oh Geida! Oh Geida! May the Sun turn you to stone. Oh evil witch who burns and burns. a secret, I know that the cats meowed to me, The mice know it, the owls know it, a secret the wind already knows, and you will soon know!”

….Now let’s continue with the story!

On a Moonless Night, Geida and her son Lobuno went out to burn the Ancient Ash. She stuffed her pockets with dry straw, and Lobuno carried a lantern with a pale flame. That night, standing before the great tree, Geida began to form a circle of straw around it. Meanwhile, Lobuno’s hind legs trembled as he heard the wind in the distance, seeming to filter through the highest branches of the forest. The shadows formed claws and beaks, terrified yellow eyes shone, and Lobuno imagined they were coming for him.

And so it happened that as Geida bent over, a whirlwind caused the flame to leap onto the witch’s dress, which, being full of straw, immediately caught fire. The Witch began to run to put out the fire and threw herself into the river of black mud formed by the coal.

Lobuno dropped the lantern and ran into the forest, frightened. He ran and ran, and the more he ran, the more he forgot he was a wolf. His fur began to fall away, his body stretched, and suddenly, he realized he was running on two legs. He no longer felt a snout, but his own nose… until he reached the shire, crying desperately. There he realized he was surrounded by his brothers and his family, who welcomed him with open arms.

The witch Geida disappeared into the river of mud; it happened that a demon snatched her to make tea for him in hell.

The Ancient Ash stretched its newly green branches, cracked its knuckles, and thanked the eagle who, by flapping its enormous wings, moved the air to create the whirlwind.

On that beautiful summer night, the eagle sat on one of the old branches, relaxed on the cushions of mistletoe, and the two of them slept, warmed by the light of the fireflies.

THE END

 

GEIDA Y EL BOSQUE DE HIERRO
Por Gabriela Fontana

Los cuentos de Midir

Hace mucho, mucho tiempo, el rey de Noruega, Aroldo Colmillo Azul, tenía un gato al que quería mucho llamado Midir Calzas Peludas. Pasaban el tiempo, uno sentado al lado del otro. El Rey había hecho construir una pequeña silla de madera tapizada de rojo terciopelo para su amado Midir, y la corte lo saludaba con reverencia cuando pasaban a su lado. Ambos se veían muy elegantes en sus tronos.

Así es que yo, Nuada, el tatara tatara tatara nieto de Midir, heredé unas calzas peludas, un colmillo azul y muchos cuentos que siempre comenzaban así, sobre aquellos nobles tiempos del rey Aroldo:

**La Historia de Geida y el Bosque de Hierro**

Cuentan las ásperas lenguas de los cuervos, que le contaron las lechuzas, que le dijeron las lauchas del Bosque de Hierro, que hace mucho tiempo atrás vivió allí una bruja llamada Geida.

Era muy fea: de ojos anaranjados, cabello gris, orejas peludas, manos de lobo, uñas largas y sucias como garras, y se reía con una carcajada que parecía el rechinar de mil brasas ardiendo.

En las noches sin Luna salía este engendro infernal a robar niños en la comarca para convertirlos en lobos y llamarlos sus hijos. Lobuno era cachorro, saltaba alegre, jugaba con sus otros hermanos, sabía dar la pata y mover la cola cuando estaba contento, pero ella nunca le sonreía, porque encontraba una felicidad mucho mayor en quemar el bosque extenso.

Nadie se atrevía a entrar al Bosque de Hierro, ni de día, ni de noche, con Luna o sin Luna. Geida salía a quemar árboles hasta dejarlos negros como el hierro. Era su diversión favorita ver como ardían, como chisporroteaban y se quebraban, disfrutaba de respirar el humo denso por las hojas verdes, y solía cantar canciones y conjuros que atraían a los más oscuros demonios de las profundidades. Desde las raíces emanaban ululantes sonidos, coros de los fuegos que quemaban y bailaban rondas alrededor de los troncos hasta consumirlos. Pronto el bosque se parecía a un campo asolado de cenizas y carbón.

Entre la bruma de las cenizas, a lo lejos, el Viejo Fresno cobijaba a los pocos habitantes que aún quedaban, pero los pequeños no se atrevían a enfrentar a semejante maldición viviente.

Al recordar esta parte, a mí, Nuada, me da mucho miedo. Por eso voy a cantar una canción contra el espanto:

” ¡Oh Geida! ¡Oh Geida!
Que el Sol te transforme en piedra.
Oh mala bruja que quemas y quemas.
un secreto, Yo sé
que me maullaron los gatos,
Lo saben las lauchas,
lo saben las lechuzas,
secreto que ya el viento conoce,
y tú pronto sabrás!”

….Ahora sigamos con la historia!

En la Noche sin Luna, Geida y su hijo Lobuno salieron a quemar el Anciano Fresno. Cargó sus bolsillos de paja seca, y Lobuno llevó un farol de pálida llama. Esa noche, cuando estaba en frente del gran árbol, Geida comenzó a formar un círculo de paja a su alrededor. Mientras, las patitas traseras de Lobuno temblaban al escuchar a lo lejos al viento, que parecía filtrarse por las ramas más altas del bosque. Las sombras formaban garras y picos, ojos amarillos brillaban aterrados, y Lobuno imaginaba que venían por él.

Así fue que cuando Geida se agachó, un viento torbellino hizo saltar la llama sobre el vestido de la bruja que, al estar lleno de paja, se encendió de inmediato. La Bruja empezó a correr para apagar el fuego y se tiró al río de lodo negro formado por el carbón.

Lobuno soltó el farol y corrió al bosque asustado. Corrió y corrió, y mientras más lo hacía, más se olvidaba de ser un lobo. Su pelaje empezó a caerse, su cuerpo se estiraba y, de repente, se dio cuenta de que corría sobre dos patas. Ya no sentía el hocico, sino su propia nariz… hasta que llegó a la comarca llorando desesperado. Allí se dio cuenta de que estaba rodeado de sus hermanos y su familia, que lo recibió con los brazos abiertos.

La bruja Geida desapareció en el río de lodo; sucedió que un demonio la raptó para que le hiciera el té en el infierno.

El Anciano Fresno estiró sus ramas reverdecidas, crujió sus nudillos y agradeció al águila que, agitando sus enormes alas, movía el aire creando el viento torbellino.

Esa hermosa noche de verano, el águila se sentó en una de las viejas ramas, se relajó sobre las almohaditas de muérdago y durmieron los dos, abrigados a la luz de las luciérnagas.

FIN
Gaby

GEIDA AND THE IRON FOREST

Prologue
by Lucas Eider

From the misty forests of Scandinavia and the Norse sagas emerge stories that freeze the blood and others that warm the heart. “Geida and the Iron Forest” is one of those forgotten gems, a distant echo that reaches us through the meowing of cats and the whisper of ravens.

Gabriela Fontana weaves an original legend with words that nonetheless possess the texture of the ancestral. In it, we discover that magic is not just light or darkness, but the constant choice between destruction and redemption. Through the voice of Nuada, a narrator as peculiar as he is endearing, we will witness a tale of terror and hope, where the purest love can be born from the deepest fear, and where nature itself raises its voice to defend life.

Prepare to enter an Iron Forest, where shadows whisper and the courage of a small wolf can change everyone’s destiny.

Prólogo :

De los bosques brumosos de Escandinavia y las sagas nórdicas emergen historias que hielan la sangre y otras que calientan el corazón. “Geida y el Bosque de Hierro” es una de esas joyas olvidadas, un eco lejano que nos llega a través del maullido de los gatos y el susurro de los cuervos.

Gabriela Fontana teje con palabras una leyenda original que, sin embargo, posee la textura de lo ancestral. En ella descubrimos que la magia no es solo luz u oscuridad, sino la elección constante entre la destrucción y la redención. A través de la voz de Nuada, un narrador tan peculiar como entrañable, seremos testigos de un relato de terror y de esperanza, donde el amor más puro puede nacer del miedo más profundo, y donde la naturaleza misma alza su voz para defender la vida.

Prepárate para adentrarte en un Bosque de Hierro, donde las sombras susurran y el valor de un pequeño lobo puede cambiar el destino de todos.

 

Lucas Eider

Welcome to the Adventures Blog

—a space where I hope to share stories about goddesses, warriors, and heroines from the myths and legends of Scandinavia.

You might wonder: Why would an Argentinian woman, living so far from the Nordic countries, become passionate about the epic world of the ancient North? The answer lies in the memories of childhood and adolescence —times when I found companionship in books and in the music that already lived in my home.

I loved reading, especially a thick book titled Germanic Mythology by Brian Branston. And on quiet mornings, when I was completely alone, I would pull out my father’s old vinyls and listen to Wagner: The Ride of the Valkyries, The Ring of the Nibelungs… That entire world entered my heart so deeply during those silent days, when my solitude expanded into vast imaginary realms filled with magnificent gods, goddesses, and their distant kingdoms.

Soon I discovered the runic alphabet, and in my curiosity, I began using it even in university notes. I had built my own mystical bubble —rich, mysterious, full of symbols and ancient stories.

For years, I translated sagas —mainly those from ancient times— because these texts were hard to find in Argentina. I spent countless hours gathering public domain materials online. My curiosity was so great that, even without knowing English, I used every kind of translator I could find. Friends from other countries helped me when I needed it, especially with the older texts written in Old English.

Time has passed, but my deep love for this world remains untouched. Now it’s time for me to give something back —to share what I’ve learned, and bring these beautiful myths and legends to children, combining storytelling with my art and all the love I’ve poured into this journey.Welcome to WordPress. This is your first post. Edit or delete it, then start writing!

 

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